lunes, 27 de octubre de 2008

La Pipeta terrorista

Como todos saben, la Universidad de Antioquia es una honorable institución al servicio del pueblo, en la que de cuando en vez los estudiantes se reunen en asamblea a ponerse acuerdo en cómo desorganizarse. La semana pasada éste estamento decidió hacer un sancocho comunitario en solidaridad con lo que está sucediendo por todo Colombia con los indígenas y los corteros de caña. Hasta ahí todo bien, pero llegado el día de la práctica culinaria nos llevamos una sorpresa quienes queríamos participar: resulta que no se organizó bien el asunto de los ingredientes y nadie llevó plátanos, ni carne, ni cebolla, ni nada: sólo papas.
Fue entonces cuando nos inundó el desconcierto por la pésima organización, como si se hubiese invocado el espíritu de Gina Parody aparecieron unos encapuchados muy enojados por el asunto. Afuera, el ESMAD estaba preparado para repartirse entre sí las sobras del sancocho, también les produjo mucho enojo ver que los estudiantes sólo habían llevado ese especial tubérculo que tanto les disgusta y desataron su agresividad contra unos tantos de los asistentes. Por supuesto, el resto no podía permitir que los carroñeros se disgustaran, menos aún si no habían contribuído con la colecta alimenticia.
La pelea duró toda la tarde, cuando regresé a mi casa encendí el televisor y encontré en el noticiero que los respetadísimos caballeros del ESMAD habían atravesado su tanqueta en la puerta de la universidad, derribándola. Que habían ingresado a la universidad decomisando un CILINDRO DE GAS. Por supuesto eso fue una sorpresa para mí, le pregunto al lector ¿qué pueden hacer los estudiantes con un cilindro de gas? si llegaran a lanzarlo contra el ESMAD lo único que lograrían es cambiar el enemigo policial por el militar, y las papas bomba no suelen ser muy efectivas contra las granadas o las balas de alto calibre de esa gente, a fuerzas de lidias logran resistir lacrimógenos, balas de goma, canicas y otros artefactos por el estilo.
Ayer estuve por la universidad y me conmovió la historia de una mujer que llamaremos “Doña Estela”, poseedora de un puesto de comidas que suele situarse afuera de la universidad. La señora se me acercó y me entregó la siguiente carta, que me solicitó difundir:

Medellín, 20 de octubre de 2008.

Señores del ESMAD,

La presente es para informarles que soy madre soltera de cuatro hijas, todas muy rosagantes, gorditas, bien educadas. Para costear los gastos del estudio de todas -y a falta de un trabajo en el cual me pueda ganar el miserable salario mínimo que ganan ustedes- tengo un puesto de comidas rápidas en las afueras de la Universidad de Antioquia.

Solicito mediante ésta carta la devolución de la pipeta de gas decomisada a los estudiantes de la Universidad de Antioquia en medio de los enfrentamientos de la semana pasada, pues sin ella me es imposible encender el fogón en el cual frito las empanadas y los panzerotis con los que sostengo mi familia, espero sinceramente que aún esté completamente llena, pues volverla a recargar me cuesta un amplio porcentaje de las ganancias.

Muchas gracias por su comprensión y atención a esta nota, pueden ubicarme afuera de la Universidad de Antioquia, donde estaré vendiendo cigarrillos y gaseosas temporalmente. Sobra decirles que si me devuelven la pipeta estaré gustosa de invitarles a un panzeroti o una empanada, yo también sé lo que es tener hambre.

Que mi Dios los bendiga,

Estela Rodriguez

Como verán, la situación es angustiante para ésta modesta madre de familia, cuando le pregunté que si cocinaba con gas me respondió que sí, pero que no le servían el lacrimógeno ni el de pimienta, el primero no combustiona y el segundo le quita el buen sabor a los panzerotis. Solicito entonces difundir humildemente ésta nota por correo electrónico y demás medios, excepto Caracol y RCN, ya enviaremos la respectiva queja al “defensor del televidente”, para que le inventen su respectiva excusa pendeja.


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