A fin implementar el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Perú y Estados Unidos, el gobierno de Alan García promulgó el año pasado una serie de leyes a fin de entregarle los recursos forestales e hídricos de la Amazonía peruana a grandes empresas multinacionales. Esas leyes también facilitan la perforación de esas tierras en busca de petróleo y gas. A todo esto se oponen las comunidades indígenas que han habitado esas tierras desde hace miles de años. Los indígenas han bloqueado varios ríos utilizados por las empresas para transportar bienes y maquinaria. Han bloqueado también caminos, pistas de aterrizaje y estaciones de bombeo en los oleoductos que van del Amazonas hacia la costa.
El 5 de junio las comunidades bloquearon varias rutas en la región de Bagua, al norte de Perú. El gobierno peruano, decidido a abrirle camino al capital mundial para destruir la Amazonía, ordenó una feroz represión que culminó en un enfrentamiento entre la policía militarizada y las comunidades.
Hasta ahora se han contabilizado 50 indígenas muertos, más de 150 heridos y varios desaparecidos, entre ellos ancianos, mujeres y niños. Pero los habitantes de la Amazonía, dando un bello ejemplo, no se conforman con ser las “víctimas” y han respondido como se debían: matando a 24 policías, de los cuales muchos fueron degollados. Asimismo, saquearon e incendiaron varios edificios del Estatado en los poblados de la región.
La prensa ha sido inundada de quejas y lamentaciones por este nuevo uso “excesivo” de la fuerza. Como si el Estado peruano no hubiera hecho exactamente aquello para lo que existen todos los estados: gestionar la expansión total del lucro y la explotación capitalistas.
Más inteligente y desengañada ha sido la reacción de las propias comunidades amazónicas, que después de responder con violencia a la violencia, piden la cabeza de Alan García y de la oposición democrática del Perú, todos cómplices en la devastación de la tierra y de los pueblos que habitan esa región.
El Estado peruano es una fuerza hostil de ocupación. Los indígenas lo saben, y por eso saben responder correctamente a una brutal invasión que ya ha durado más de 500 años, y que no piensa detenerse ante nada.
Estos hechos sólo confirman lo que debería resultar obvio a primera vista: que se está desarrollando una Guerra Civil a escala mundial, que esa guerra nos toca a todos, y que en el futuro sólo se hará más intensa e inocultable.
Por Comunizacion.
Galerias de imágenes, aquí y acá. (hay algunas fotos fuertes)
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