lunes, 28 de enero de 2008

mil dias de impunidad a nicolas neira

Contribuido por Cruz Negra Anarquista-Bogota
lunes, enero 28, 2008
"No sólo son cobardes los que hacen estas atrocidades, también lo son los que callan"

Sí, aunque parezca imposible, hoy hace MIL días, la Policía Nacional, en un acto de barbarie, asesinó a garrote a Nicolás David Neira Álvarez, mi hijo, de 15 años de edad.

Sonrisa tierna, cuerpo menudito, manos infantiles y una visión clara acerca de la vida, como el mejor de los pensadores, a pesar de ser un niño. La imágen de su rostro tranquilo y en una calma tal, que parece estar meditando, ha quedado grabada en mi mente desde el día que lo ví por última vez su cuerpo frágil reposando dentro de un féretro camino a su morada final. Ese día sepultaron sólo su cuerpo, porque sus ideas y sus ilusiones, plasmadas en la fotografía de su rostro inteligente y sensible, recorren las calles de las diferentes ciudades de Colombia y otros países de la comunidad internacional. Esa Colombia que él amó y que movió su corazón de niño al ver las dimensiones de la violencia sistemática, las atrocidades cometidas por unos y patrocinadas por otros, en medio de la indiferencia generalizada y con la complicidad de nuestros gobernantes, o -como digo yo- de la "Autoridad Competente"...


!Qué ironía! ... Me pregunto: ¿cuál Autoridad? ¿Y será competente?.... Para mí es evidente que un buen número de policías perdieron su autoridad, cuando, vistiendo un uniforme, y amparados por el deber de controlar el orden público para garantizar la seguridad de los ciudadanos, terminaron por justificar lo injustificable, e iniciaron -como en la peor de las dictaduras latinoamericanas- un camino marcado por la barbarie de las detenciones arbitrarias, las desapariciones forzadas, las torturas y los asesinatos.


¿Qué tan competente puede ser la Autoridad, cuando hace MIL días, el caso de Nicolás, considerado como "un caso aislado", engrosa el número de expedientes en proceso de "investigación exhaustiva"? ¿Cómo es posible que dichas autoridades asuman que el asesinato de Nicolás a manos de la fuerza pública es un "caso aislado" cuando hay centenares de expedientes relacionados con casos de brutalidad policíaca contra la población civil que reposan bajo el mismo rótulo? Recordemos que dentro de los casos registrados se conoce que en 1929 se presentó el primer asesinato perpetrado por la Policía Nacional contra Gonzalo Bravo Páez. Veinticinco años después empezaron a registrarse casos similares como el de Uriel Gutiérrez, y más recientemente, el de Johnny Silva, Oscar Salas y cientos de estudiantes, por sólo mencionar uno de los diversos sectores sociales que se han visto afectados por la violencia policial.



La ponderada competencia de la Policía Nacional no ha resuelto ni uno sólo de estos casos aislados; por eso pienso, sin temor a equivocarme, que en Colombia no hay autoridades competentes, pues quienes están encargados de

proteger a la sociedad civil han terminado por racionalizar el uso irracional de la fuerza, y han abusado del poder que les otorga su posición para que sus crímenes queden en el olvido, bajo la más absoluta impunidad.

"Pá...." -solía decirme Nicolás, con la pureza de su mirada indignada y empañada por una lágrima- ".... ¿por qué la policía es tan mala?, ¿por qué le hace daño a los vendedores ambulantes cuando están trabajando, y a los niños de la calle que no tienen una casa como nosotros?, ¿por qué les pegan con los bolillos en lugar de ayudarlos?… Esas palabras, que retumban en mi memoria, me hacen pensar que el asesinato de mi hijo, un visionario de 15 años, se debió a que sus ideas humanistas y centradas en un interés social, eran consideradas peligrosas, o posiblemente contagiosas para los otros niños, ya que dentro de un orden social marcado por la injusticia y la inequidad, un niño con un pensamiento tan evolucionado como el suyo no podía llegar a ser adulto....

Así es mi hijo, y no hablo en pasado porque siento que él aún vive entre nosotros así hayan transcurrido MIL días de su asesinato. Hoy lo veo en los cientos de rostros de otros jóvenes que me han acompañado en mi dolor; que día tras día me apoyan; que tienen la deferencia de escucharme; que recuerdan a mi hijo y me ayudan a dar continuidad a sus sueños; en cada uno de ellos veo a Nicolás David, y a cada uno de ellos lo quiero como al hijo que la "Autoridad Competente" calló a garrotazos ese fatídico 1 de mayo del 2005, quitándonos a nuestro hijo, hermano, sobrino, nieto amigo, parcero, cercenando nuestras ilusiones, quitándole a la sociedad colombiana una esperanza, una idea de transformación, un sueño de país. ¿Quién les dio el derecho de apagar la vida de un niño?, ¡¡ de mi hijo!! ?

Por eso, desde mi posición de padre que ha perdido al ser más preciado, me empeño en que los sueños de Nicolás no mueran en el olvido, y considero que no podemos perder la memoria y dejar de lado la historia de otras víctimas, la historia que no circula por los medios masivos de comunicación, la historia invisible de

los torturados, los desaparecidos, los asesinados, los miles de falsos positivos, de aquellos cuya memoria ha sido distorsionada por la versión oficial de los hechos.... Creo que quien no tiene memoria está más muerto que los mismos muertos, y que una sociedad sin memoria está condenada a la reproducción del sinsentido de vivir una historia que no comprende....Por eso creo que no podemos olvidar los sufrimientos de las comunidades indígenas y afrodescendientes; de los millones de desplazados; de los educadores y los sindicalistas asesinados; de los y miles de colombianos caídos en la barbarie de una guerra que no nos corresponde a los civiles.



Ya no celebro, ahora conmemoro; ahora no pienso cuánto falta para el ingreso de mi hijo a la universidad, ahora cuento los días sin él, y hoy cuento y conmemoro tristemente que han pasado MIL días sin sus sueños; Mil días sin su sonrisa; Mil días de Impunidad; Mil días de Investigaciones Exhaustivas; Mil días de confrontar a la Autoridad Competente, impasible algunas veces, y otras -casi siempre- agresiva y amenazante; Mil días esperando que se haga justicia; Mil días caminando, recibiendo el apoyo de ustedes, los amigos que me ayudan a enfrentar mis tristezas y me acompañan en mi soledad. De ustedes he aprendido a trasformar la oscuridad en luz y la desesperanza en esperanza… Mil y Mil veces Mil gracias.

Ahora les solicito, si es del interés de ustedes, divulgar entre la gente de su entorno el caso de Nicolás David Neira Álvarez -que

hace parte de los Miles de "casos Aislados" relacionados con la brutalidad policíaca- y reenviarlo a Mil correos más, para así contar las Mil veces que el Estado cubre sus actos criminales con el manto del olvido y la impunidad, desviando la atención de la opinión pública al señalar que los únicos responsables de la violencia en nuestro país son los OTROS, los terroristas, los enemigos de la paz a quienes hay que combatir, valiéndose de todos los medios, y, como dicen las Autoridades Competentes: "eliminando la mala hierba desde la raíz"....Yo les pregunto : ¿era Nicolás una mala hierba?

El Pá de Nicolás David Neira Álvarez. Yuri Neira


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