lunes, 28 de enero de 2008

las rejas no callaran la verdad


En estos últimos tiempos se está exponiendo la vida de los presos políticos colombianos de manera preocupante. Bajo la sucia excusa de hacer pruebas de convivencia entre éstos y paramilitares, también prisioneros, los sitúan en la misma celda, lo cual genera situaciones conflictivas, obviamente.
En el marco del Plan Colombia, creado bajo el argumento cínico con el que pretenden convencer al mundo que ha sido iniciado para el combate contra el narcotráfico, cuando bien sabemos que es un proyecto de dominación que además amenaza extenderse a la región, la influencia de los Estados Unidos se incrementa notoriamente.
El adiestramiento del personal que actúa como guardia carcelaria es realizado por personal especializado de las penitenciarías de ese país. Este personal actúa también en operaciones conjuntas con las fuerzas militares, para las detenciones.
Los prisioneros políticos se encuentran en muchas cárceles, todas de máxima seguridad. Las de Valledupar y Cómbita fueron creadas con un convenio con el Buró Federal de Prisiones de los EU, interviniendo éste en la construcción, adiestramiento de la guardia y el reglamento interno de las cárceles.

A los organismos de defensores de derechos humanos últimamente se les ha limitado mucho las posibilidades para desarrollar su tarea humanitaria. El gobierno de Álvaro Uribe Vélez niega rotundamente el estatus político a los prisioneros de guerra y a los mismos prisioneros políticos. De esta manera le permite desconocer los acuerdos internacionales que regulan los conflictos internos, por ejemplo la Convención de Ginebra.

La situación de las cárceles colombianas es de hacinamiento total, las detenciones masivas han contribuido para que ello sea así, hay déficit alimentario y de salud. Se denunció el caso de una penitenciaría femenina, donde en una celda de 2x1,80 m tienen que dormir tres mujeres.
Durante la noche no tienen permiso ni para ir al baño, ya que las puertas cuando se cierran no vuelven a abrirse sino hasta la mañana siguiente.
Los presos políticos carecen de programas educativos continuos, pese a que la ley contempla la posibilidad de estudio para los prisioneros. Tampoco tienen acceso a controles médicos, se han dado casos en que para poder asistir a una consulta deban esperar varios meses. Tampoco tienen agua muchas cárceles (¡!).

En octubre de 2001 una comisión internacional hizo una visita a 15 cárceles de Colombia, entre ellas a tres de mujeres y a varios departamentos policiales.

Esta comisión denunció mundialmente los casos de corrupción, malos tratos y desgobierno que existe en la mayoría de los penales. Puntualiza la denuncia sobre la que se encuentra ubicada en Valledupar --la más moderna del país y realizada con orientación yanqui-- donde encontraron grilletes y bastones metálicos con goma para golpear a los presos sin dejar marcas.

Según el informe elevado por los comisionados, “todas las cárceles colombianas son un infierno”, denunciaron, a la vez que responsabilizaron al estado de la situación que en ellas se vive. No obstante, todo sigue igual en las prisiones, se violan los derechos a la vida y a la dignidad de las personas: salud, educación, trabajo, alimentación y hasta defensa.

Luz Perly Córdoba, dirigente de la Asociación Campesina de Arauca, ex presa política del régimen colombiano, responsable de derechos humanos de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro-CUT), honrada con el Premio de Paz de 2004 otorgado por el Comité Bjorneklo de Dinamarca, brinda un excelente testimonio de lo que es la vida de un preso político en Colombia.

Explica:
“En el patio donde yo estaba, que era el de las presas políticas, había 112 mujeres en un espacio construido para 30.
A los presos políticos, continúa, se los aísla en patios de extrema peligrosidad para que no tengan contacto con los presos comunes.
Las visitas son absolutamente restringidas, así como la alimentación y las condiciones de vida pésimas.
Tampoco tenemos la más mínima posibilidad de atención médica. Se dio el caso de una compañera que murió en el patio por falta de esa atención y esto ocurre en todas las cárceles.
Se dan los casos en que los compañeros tienen que encarar sus defensas solos, ya que carecen de medios para pagar abogados, con lo cual quedan en una situación de desprotección absoluta.
A las personas que vienen a visitar a un compañero, se les hace seguimiento cuando salen de la cárcel. Incluso se dio un hecho con el hijo de una compañera, quien al salir fue asesinado.
Es común que en muchas cárceles el preso político no tenga tampoco permiso para leer, agrega Luz Perly, además de ser trasladados a distintas cárceles con lo cual pierden la posibilidad de recibir visitas”.
Gracias a la labor de sus compañeros y a la solidaridad internacional, Luz Perly fue liberada, aunque prosiguen en su contra cargos.
Esperamos que la solidaridad internacional también se manifieste con todos los presos colombianos...

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